miércoles, 9 de marzo de 2011

Asturias. 2011.

Para un manchego como yo, aunque sea adoptivo, el mar es algo realmente atrayente. En la Mancha estamos acostumbrados a ver grandes extensiones de terreno, sin apenas obstáculos salvo árboles, suaves colinas y demás. Quizá por eso el mar nos asombre tanto, por ser tan... simple. Tan simple y tan inmenso.
Nos pasa lo mismo con los terrenos escarpados, y con los que están llenos de vegetación. Si ya lo pones todo junto, resulta Asturias, y flipamos por completo.

Esta ha sido la tercera vez que hemos visitado esas tierras Isa y yo (para quien no lo sepa, Isa es mi pareja), y desde luego, no creo que sea la última. En esta ocasión fuimos con un par de amigos que nunca habían estado por allí, y creo que les ha gustado. O eso me han dicho.

La casa elegida fue la misma donde nos alejamos la primera vez, La Paredana, una casa preciosa de una gente encantadora. Si os vais a alojar por la zona de Valdés os la aconsejo. Elisa, la dueña, hará todo lo posible para que estés mejor que en tu propia casa. Está situada en Fontoria, perteneciente a ese concejo, muy cerca de Luarca. Luarca es un pueblo de pescadores, cuya situación hace de él una visita obligada. Desde el faro se puede contemplar la localidad casi al completo.


 El mismo día que llegamos fuimos a visitar, aprovechando la marea, la Playa de las Catedrales, en Ribadeo, ya en la provincia de Lugo. Es una playa peculiar, en la que las olas han labrado curiosas formas y cuevas en la roca.



Playa de las Catedrales  

Al día siguiente nos fuimos a visitar los valles interiores, concretamente el Valle de Paredes. El concejo de Valdés está inmerso en la región vaquera de Asturias, por lo que podréis ver grandes extensiones de pastos, verdes como nunca habréis contemplados, pequeños núcleos de casas dedicados a estos menesteres y carreteras sinuosas.


 Y cerca de allí, siempre puedes visitar los preciosos acantilados de la costa, desde Cabo Vidio, en Oviñana:

O bien desde la Playa del Silencio, en Castañeras:


En resumen, unos días de ensueño, los cuales espero poder repetir pronto.