Los tiempos cambian. Para bien o para mal, el tiempo lo dirá.
Hace años, familias enteras pasaban largas temporadas en quinterías como ésta, a relativamente pocos kilómetros del pueblo, pero al menos a una jornada de distancia con el carro y las mulas. Hoy cuatro piedras desafían el paso del tiempo contemplando el relevo generacional. Nuevas estructuras, más altas, más modernas y eficientes. Pero sin necesitar a nadie que las visite durante mucho tiempo.
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